“Es que ya lo debe de saber, ¿para qué estarle dice y dice?” me decía una señora al platicarme lo mucho que le costaba decirle a su marido que lo quería. “Ya con una vez es suficiente, ni que fuera tarea”.

“Más bien, ni que fuera examen, que con una ya aprobaste” le contesté.

Esta señora me hizo reflexionar muchísimo. Pareciera que no comprendemos la velocidad en la que pasa el tiempo, y cómo la vida se va agotando. Pareciera que no creemos que tengamos el poder de hacer milagros en los demás con un simple gesto o una sencilla palabra.

Algunos hasta se sienten inmortales, y piensan que les quedan muchos años por vivir. La realidad es que me topo con muchos jóvenes que piensan que: “aún hay mucho tiempo para hacer muchas cosas”, y con muchos más adultos que piensan: “ya es demasiado tarde”. Esa es la gran ironía de la vida.

Definitivamente, el amor (en todos sus posibles significados) es una decisión personal. Amamos cuando quitamos nuestro ego y somos capaces de darnos, de entregarnos.

Amamos cuando DECIDIMOS mostrar eso que sentimos por medio de detalles. Claro, cada quien de acuerdo a su estilo y manera, (como ya lo mencioné en mi blog en la nota “y tú…cómo amas”) pero siendo honestos de si realmente estamos dando todo de nosotros a la pareja, al amigo, a la familia, al compañero de junto o al desconocido del autobús.

Amamos cuando dejamos de jugar a frases como: “cuando me nazca” (como si fuera plantita), “cuando ande de humor”, “cuando no tenga problemas”, “es que yo no soy así de andar diciendo”.

El mejor momento para demostrar lo que sentimos es HOY. Perdamos el miedo (y la excusa) de que a lo mejor nos podemos ver “rogones”, “interesados”, “indignos” y todos esos adjetivos que el ego se encarga de aventar en toneladas para impedir decir y hacer lo que realmente queremos.

Recordemos que los detalles no se hacen por lo que vaya a pensar el otro, sino por el simple hecho de hacerle sentir bien y de esa forma, recibir la extraordinaria experiencia de ser más humanos, y trascender en esta vida dejando algo de nosotros.

Una imagen que viene a mi mente y que me sorprende cada vez más, es cuando en mi conferencia “Felicidad: El viaje de tu vida”, uno de los momentos que más mueve a los participantes es cuando les hablo sobre el poder de una nariz de payaso o de cómo con el confeti pueden contagiar a la gente que más quieren.

¡Wow! Me doy cuenta que estamos tan… pero tan necesitados de no sólo recibir amor, sino también de vencer el miedo a demostrarlo.

En un mundo como el de ahora, en donde muchos observan violencia, inseguridad, injusticias, pongamos nuestro gratino de arena con gestos de amor; y veamos paz en donde pareciera que no la hay, veamos bienestar aunque parezca una idea fantasiosa o alucinada.

Hoy más que nunca, URGEN personas que se atrevan, que no tengan respeto humano y le ganen al “qué dirán”, que rompan paradigmas y que estén dispuestas a hacer la diferencia con sus detalles.

Urgen personas que saluden a desconocidos, que pongan una sonrisa al momento de atender al cliente, que sean amables con el que llega con una mala cara, que platiquen hasta con los del elevador, que regalen abrazos por donde quiera que vayan.

Urgen profesores que enseñen con su ejemplo, más que con sus números y letras. Urgen padres de familia que no traten de comprar a sus hijos, sino de darles tiempo de calidad y actos de amor. Urgen amigos, amigas y parejas que no se cansen de decir TE QUIERO, aún cuando las cosas no estén perfectas.

Urgen personas que abran sus corazones y digan lo que REALMENTE desean decir, que no tengan miedo a lo que el otro vaya a pensar; que actúen con detalles, aunque ya los hayan tenido, una y otra vez.

Dice mi colega y amigo Alejandro Ariza, “Nadie se resiste a cañonazos de amor”. Hoy es el mejor momento para “tirar muchos cañonazos”, para decir eso que tienes pendiente, y que tal vez por la rutina, un mal entendido, falsas interpretaciones o por miedo, lo has dejado de hacer. Hoy reencuéntrate contigo mismo y descubre el poder de un detalle. Realmente cambia la vida a cualquiera.

Recuerda, las personas van a olvidar tu nombre, donde vivías, dónde trabajabas o cuánto dinero portabas en tu cartera, pero jamás van a olvidar cómo los hiciste sentir.

Date la oportunidad y acaricia a la gente con palabras o gestos. Eso que siembras, tarde que temprano lo cosecharás. No te detengas, actúa HOY; la vida es muy corta y nunca sabremos qué pasará mañana.

www.davidmontalvo.com.mx

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