Hace tiempo platicaba en una de mis consultas con una persona que atravesaba una situación complicada y difícil en su vida, según sus propias palabras. Mientras avanzábamos en la sesión me daba cuenta que existía algo en ella que no le permitía avanzar.

De pronto le hice una pregunta: ¿Qué pasaría si cambiaras?

Respiró profundo, se acomodó en el asiento y de forma insegura me responde con otro cuestionamiento: ¿Para qué cambiar, si todo sería lo mismo? ¿Para qué cambiar si ahorita estoy cómoda?

Ahí entendí que lo que realmente le sucedía era lo que yo menciono en mis Conferencias: No nos da miedo cambiar, lo que nos da miedo es el proceso que tenemos que empezar para hacerlo.

Ella sabía perfectamente en su interior que si hacía pequeños ajustes toda su realidad se iba a crear de una forma muy diferente y mucho más positiva. Sin embargo, le frenaba más el iniciar un nuevo camino que lo que estaba perdiendo al seguir igual.

Hace poco escribí en mi Twitter que no hay nada más poderoso como una decisión con la mente y con el corazón. Cuando un hombre decide, el mundo tiembla. Un cambio profundo no se trata de ganas o buenas intenciones, sino de dar la vida a eso que deseamos se transforme.

Si yo te contara mi vida, te sorprenderías al darte cuenta que dio un giro de 180° de hace 10 años a la fecha. Habría cosas que ni siquiera me creerías. Pero no, la verdad es que no todo es para siempre. Estamos evolucionando, transformándonos en cada experiencia. Pero lo mejor de todo, es que tú hoy puedes decidir el rumbo de ese cambio que deseas generar. Estoy seguro que si te atreves, tu vida ya no será la misma.
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