Una de las razones principales por la que las personas no logran lo que desean es su enorme capacidad de autosabotearse.
Algunos ni se dan cuenta. Otros sí, pero se excusan en frases como “Es que soy realista”.
Si supieran que ese “realismo” que se han comprado en su mente, sólo es ponerse la soga al cuello y obstaculizarse todavía más.
Suelo compartir reflexiones, frases y opiniones en las redes sociales y cada vez me sorprendo más como algunas personas me contestan: “Es muy bonito, pero bien difícil”, “Eso es imposible para mí”, “Tiene razón pero cuesta mucho”, “Eso quisiera, pero nunca lo puedo hacer”, “Es demasiado complicado lo que plantea”.
Soy comunicador de profesión y de actividad diaria. En las aulas me enseñaron el poder de la palabra, pero no ha sido sino en mi práctica con miles de personas a lo largo de estos once años, que he descubierto y constatado el fuerte impacto que tiene lo que decimos y cómo nos lo decimos en nuestra vida.
El lenguaje define nuestros resultados, lo que atraemos y lo que nos generamos, o lo que seguimos impidiendo que llegue a nuestra vida. Las palabras son instrucciones que le damos a nuestro subconsciente.
Como le digo a la gente en mis Conferencias “Es tan fácil o tan difícil como lo quieras observar”. Así de simple.
No es lo mismo decir: “Es imposible hacerlo” a “Todavía no he descubierto la manera para lograrlo”.
¿Cómo te hablas normalmente, en tu día a día? ¿Qué señales mandas a tu mente?
Evita de tu léxico diario palabras con carga negativa y con frecuencia baja como: «cuesta mucho», «es difícil», «yo no puedo hacerlo».
Entre más lo digas, más poder le das al polo negativo y por lo tanto se termina cumpliendo lo que tú mismo te dices. Ahí de verdad se vuelve muy difícil.
Sé realista y objetivo, pero utilizando frases como: «Estoy en el proceso de sanar, de cerrar círculos, de darme la oportunidad de tener la vida que quiero, etc.»
Es un tema de lenguaje, pero créeme, hará una ENORME diferencia en las metas que te propongas.