«Las cosas no cambian, cambiamos nosotros». -Henry David Thoreau

«Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos». -Viktor Frankl

La primera vez que leí el afamado libro de Spencer Johnson “¿Quién se ha llevado mi queso?” entendí que el mundo gira aunque lo queramos detener y que todo se mueve aunque algunos prefieran quedarse estáticos. Comprendí también que la vida nos coloca en diversos desafíos, muchos de ellos que nos invitan a olvidarnos y desengancharnos del pasado e ir, como lo hicieron los ratones de la historia, en búsqueda de nuevos quesos.

Nunca había atendido a tanta gente en coaching como en estas últimas semanas, y lo más sorprendente es que el común denominador de lo que les aquejaba tenía que ver con CAMBIOS, con mucha gente que se le terminó el queso y se sentían como en el limbo, en la incertidumbre.

Sus preocupaciones se enfocaban en el término de una relación, cambiar de empleo, pasar por el proceso de una separación, empezar un nuevo negocio, entre otras cosas que tenían que ver con renunciar, dejar ir, acercar, volver a empezar. De alguna u otra manera, moverse de un estado a otro, o en otras palabras: CAMBIAR.

En mi vida personal justo es lo que acabo de experimentar desde este verano pasado hasta el día de hoy, en donde las fichas del ajedrez se movieron y se siguen moviendo para presentarme nuevas alternativas en este camino tan cambiante pero emocionante de mi historia.

Estoy a punto de renunciar a algunas actividades y de iniciar otras. Estoy dejando algunos malos hábitos para empezar a vivir en donde realmente quiero estar ahora. No digo que lo que hice antes no haya sido bueno o no haya servido, sino que ahora estoy convencido de que ya terminó su ciclo, que en su momento funcionó, pero ya sigue algo mucho más grande por emprender.

Desde la remodelación de mi oficina, mi vida en pareja, mis relaciones familiares, mis proyectos de trabajo, hasta viajar menos y crear un nuevo proyecto donde pueda estar en muchos lados “sin estarlo”, todos estos días han sido de vivir en constante movimiento. Y no sabes cómo he aprendido.

Ahí es donde realmente te topas con tus maestros y recibes múltiples aprendizajes, cuando sales de tu zona de confort a realizar cosas que probablemente antes eran impensables o ni siquiera formaban parte de tu agenda.

Hoy, tal vez como a mí, te grita también la vida y te dice: ¡Sabes donde puedes estar, sabes a dónde tienes que ir… entonces HAZLO!

Hoy estoy viviendo el dulce y doloroso placer de la renovación. Digo dulce, porque es increíble ver cómo cuando realmente estás enfocado, sabes que todo eso que estás viviendo es parte de un plan perfectamente armado y todo sale para tu bienestar y beneficio; y hablo de dolor, porque definitivamente cambiar duele, es como cambiar de piel (metafóricamente hablando). Es un renunciar a algo de tu pasado para recibir nuevos y mejores regalos en el presente.

Para cambiar necesitas conocerte. Primero saber dónde estás y a dónde deseas ir. No se trata de cambiar por cambiar. Necesitas descubrir las señales, mover los pies y seguirlas para que ese cambio se convierta en tu nueva realidad, la que siempre habías soñado.

Siempre es buen momento para generar movimiento en nuestra vida. Todo lo que se estanca se pudre. Si quieres crear nuevas cosas o una realidad distinta, necesitas hacer algo diferente, algo que nunca hayas hecho o que tal vez tengas olvidado.

¿Qué necesitas cambiar? ¿A dónde tienes que ir? ¿Con quién tienes que hablar? ¿Qué necesitas decir, hacer o decidir? Sólo tú lo sabes.

Lo único que te puedo compartir hoy es: No tengas miedo al cambio, lo más seguro es que era lo que necesitabas para despertar, para de una vez por todas: ABRIR LOS OJOS y descubrir tu auténtica felicidad.

Mi Carrito0
Aún no agregaste productos.
Seguir viendo
0