Si quieres salir de donde estás, date la oportunidad de ver más allá de lo que hoy ves. -David Montalvo

No son las malas hierbas las que ahogan la buena semilla, sino la negligencia del campesino. -Confucio

Cuentan en “La oración de la rana”, libro famosísimo de Anthony de Mello que un hombre acudió a un psiquiatra y le dijo que todas las noches se le aparecía un dragón con doce patas y tres cabezas, que vivía en una tremenda tensión nerviosa, que no podía conciliar el sueño y que se encontraba al borde del colapso. Que incluso había pensado en suicidarse.

“Creo que puedo ayudarle”, le dijo el psiquiatra, “pero debo advertirle que nos va a llevar un año o dos y que le va a costar a usted tres mil dólares”.

“¿Tres mil dólares?”, exclamó el otro. “¡Olvídelo! Me iré a mi casa y me haré amigo del dragón”.

¿Qué le hace falta a tu vida? Si pudieras decírmelo en tres palabras ¿cuáles serían? Eso es lo que le cuestionaba a una persona en una sesión y me sorprendí cuando me dijo: “TODO, NADA Y LAS DOS COSAS.

En síntesis –continuaba- me siento desubicada, sin saber qué hacer o para dónde voltear, sin saber si lo que estoy haciendo es lo correcto, si la ciudad en donde estoy es donde realmente quiero vivir. No encuentro mucho sentido a lo que hago. Y aunque vivo con cierto tipo de alegría, al final de la noche me encuentro vacía”.

El ejemplo de María (por ponerle un nombre) es el de muchas personas que no están viviendo la vida que desean y que aunque no necesariamente están en una depresión profunda, en extrema pobreza o al borde de la muerte tampoco han llevado su vida al nivel que desean y se merecen. Viven al día, disfrutan hasta donde pueden pero tampoco existe un sentido de trascendencia auténtico o una conexión con su felicidad.

Esto sucede por un principio fundamental que lo constato a diario: Sólo se puede vivir desde el amor o desde el miedo.

No son los problemas los que nos hacen persona. El reflejo de lo que está pasando hoy en tu vida es el resultado de tus creencias enfocadas a la luz o a la oscuridad. Y no me refiero (como algunos creen) que todo el día estés deseándote que te suceda lo peor. Pero sí que probablemente tus pensamientos, afirmaciones e ideas no tienen la calidad necesaria que tú conscientemente quieres.

Una de las principales diferencias que veo en estas formas tan peculiares de vivir es que cuando vives en el miedo tu foco de atención está en el exterior, en lo que podría pasar, en tu historia pasada, en tus “fracasos”, decepciones, experiencias previas, en cómo te ve el jefe o cómo te trata tu suegra.

Vivir en el amor es crear un vínculo absoluto con tu interior. Es mandar todo tu enfoque a lo que vives por dentro y es ahí, cuando se sucede la magia, porque AÚN Y A PESAR DE LAS CIRCUNSTANCIAS puedes estar estar y sentirte extraordinariamente bien.

La cuestión es que estamos tan acostumbrados a pensar que dependemos del exterior para estar bien, que nos es complicadísimo conectar con el interior. Con ideas como “Soy feliz…si encuentro pareja…si consigo empleo…si me gano la lotería…si cambio mi auto…si…” sólo le damos poder a algo que está FUERA DE NOSOTROS.

El problema no está en el desear algo, sino en que para poder generar todo lo que anhelamos en la vida, primero requerimos llenar ese hueco interior. De hecho, esas expectativas o el “tener que” de los demás hacia ti, es lo que genera angustia, sufrimiento y miedo, mucho miedo.

El miedo sólo se traduce en LO QUE NO QUIERES o en que llegue lo que precisamente querías evitar. Vivir con miedo es estar en un martirio 24 horas al día. No vives como quisieras, no disfrutas, no descansas, no gozas.

Ya lo he compartido en otras ocasiones: El gran deporte del ser humano es quejarse. Y es así como vive la mayoría de la gente con miedo.; pensando en lo que no es, en lo que no será y en lo que no quieren.

¿No me crees?

Haz este ejercicio tan maravilloso y terapéutico: Acude a tu súper mercado más cercano y recorre sus pasillos pero observando los rostros a todas las personas que te encuentras ahí. (También lo puedes hacer en medio del tráfico en hora pico) Observa sus caras, sus quejas, sus lamentos. Pero de verdad, hazlo a conciencia. Probablemente te encuentres algunas sonrisas, pero al mismo tiempo

Hace algunas semanas decidí realizarlo de nuevo y me topé con una japonesita gritándole al encargado del departamento de quesos porque no la atendían rápido, a una señora literalmente “peleándose” con el que parecía ser su esposo. Caras largas, rostros resquebrajados, ceños fruncidos; gente con prisa de llegar a ningún lado.

Cuando me topo con gente que está en un caos en todos los aspectos de su vida sólo le pregunto: ¿Y qué estás pensando? Y la mayoría me ve con cara de WHAT como diciendo ¿Y QUÉ DEMONIOS TIENE QUE VER ESO? Y cuando “escarbas” un poco más te das cuenta que ese caos ELLOS MISMOS lo generaron precisamente por el miedo y a estar tan alejados del amor. Claro hay que dejar a un lado el ego y con una buena dosis de humildad darnos cuenta y aceptar que a veces lo que nos falta en nuestra vida no es el dinero, la pareja, el trabajo, el bajar de peso; lo que más nos falta en nuestra vida somos NOSOTROS MISMOS. Por eso nos sentimos tan perdidos y haciendo lo que NO queremos o estado con quien no nos llena.

La diferencia entre vivir en el amor o vivir en el miedo, es precisamente que entre más amor hay más paz, mejores oportunidades, relaciones poderosas, puertas que se abren sin cesar, milagros inesperados. Y en el amor, no necesitas NADA MÁS para decidir conectarte con tu felicidad.

No significa que estés de ermitaño el resto de tu vida, sino que no requieres de LO EXTERNO para sentirte bien, porque te TIENES A TI, completito. Y que de hecho, puedes compartir con mucha más gente precisamente cuando conoces y descubres esta manera encantadora de vivir; en donde aún y cuando las cosas no salgan como parecen tú sigues de pie para continuar el proceso de evolución en el cual todos estamos.

Dice John Maxwell que “Si queremos obtener resultados diferentes en la vida entonces no es suficiente con cambiar solamente la forma de pensar. También debemos cambiar nuestros hábitos” y por eso te quiero compartir 3 estrategias aplicables para llenar ese vacío que probablemente se presente en algún momento y poner toda tu energía en el amor en vez del miedo.

1) Reconcíliate contigo: Hazte amigo de tu dragón como lo mencionó Anthony de Mello en la primera historia. Se vale fallar, se vale haberte equivocado, se vale haber caído. Está bien haber tomado decisiones, mismas que probablemente ahorita ya ni siquiera te llenan. Está bien SER TÚ. Pero date la oportunidad de perdonarte esos resultados que no te han gustado. Sólo tú sabes, en la honestidad de la noche, frente al espejo lo que realmente no está bien que continúes haciendo. Sólo tú sabes lo que hace falta. Pero al mismo tiempo reconoce que estás en el proceso de CAMBIO y como tal, el primer paso es perdonarte por lo mucho o poco que hayas hecho en contra tuya, por autosabotearte tanto tiempo, por mentirte a ti mismo y ahora sí, regresa para AMARTE incondicionalmente.

2) Rodéate de todo aquello que te haga crecer: Personas, libros, cursos, terapia, experiencias. Todo aquello que te haga sentir BIEN y que te llene de luz ACÉPTALO Y QUÉDATELO. Son regalos que la vida te pone para que sigas aprendiendo. No tengas miedo si probablemente al rodearte de tanta luz te sientas menos o pequeño. Eso irá evolucionando y cambiando. Cuando vives en el amor, no hay medidas. Sólo sabes que todos empezamos debajo de la escalera y cada quien, a su ritmo va subiendo los escalones. Y de preferencia corta de tajo todo aquello que está interrumpiendo el que estés recibiendo todo eso.

3) Realiza cosas con significado: No hay nada más gratificante en la vida como ir a dormir con una sonrisa después del deber cumplido. Comprométete contigo para al menos una vez en el día hacer algo que le mueva la energía a otra persona, que le haga el día o que lo inspire un poco. Siempre hay oportunidades para poder compartirle al mundo algo de ti. Sorprende a tu pareja, demuéstrales tu amor a tus hijos o padres, obsequia tu sonrisa a la gente con la que te topes. Y si puedes, ve más allá y realiza alguna labor que pueda ayudar a que alguien viva mejor. Entre más lo haces, más creces tú y más significado obtienes.

4) Vive tu propósito: Hay preguntas que valen la pena pero hay otras indispensables y una de ellas es ¿A QUÉ VINE A ESTE MUNDO? Tu vida, créeme, adquiere otro sentido cuando pones tu misión personal en acción. Seas doctor, ingeniero, arquitecto, ama de casa, empresario o vendedor, sea lo que seas es un deber como ser humano preguntarte si realmente lo que estás haciendo cumple con ese propósito por el cual te “enviaron” a este planeta.

¿QUÉ FALTA EN TU VIDA? ¿QUÉ DESEAS QUE SUCEDA?

Es muy buen momento para dejar de quejarse y cuestionar a Dios. Enfoca tu atención en el amor y verás que no necesitas nada, más que ENCONTRARTE CON ESA PARTE INCREÍBLE DE TI y DEDICARTE A SER TÚ. Lo más sorprendente es que cuando vives así, todo lo que querías llega por sí solo.

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