“Cuando una puerta de felicidad se cierra, otra se abre, pero muchas veces miramos tanto tiempo la puerta cerrada que no vemos la que se ha abierto para nosotros» -Hellen Keller

“Cada comienzo tiene su encanto” -Goethe

¿Qué sería de la vida sin la posibilidad de escribir una nueva historia?

Hace poco conocí a María. Era una mujer de “cuarenta y tantos” años que por una (aparente) mala decisión lo había perdido todo en menos de un año: casa, automóvil, trabajo, ahorros, y por supuesto, su tranquilidad.

Se sentía morir, como perdida en un laberinto de grises paredes y atada de manos. Había pedido ayuda a los que creía que eran sus grandes amigos, pero las puertas se le fueron cerrando poco a poco.

Y justo, en el momento de mayor angustia e incertidumbre, mientras daba un paseo con sus hijos, en un parque cerca de la casa de su madre, su hijita más pequeña se le quedó viendo con ese gesto inocente pero esperanzador  y le preguntó:

-Mami, ¿tú crees que voy a ser feliz?

María se quedó sin palabras. Realmente esa pregunta retumbó por varios minutos en su cabeza, y cual película, fueron pasando muchas imágenes de las crisis que había atravesado en esos últimos meses.

Esa noche María no durmió, e hizo una promesa con su hija, con Dios y con ella misma: A partir de ese momento iba a hacer todo lo que estuviera en sus manos para salir del bache en el que se encontraba. Estaba dispuesta a volver a empezar, a volver a creer.

Y vaya que lo logró. María le dio un giro de 180° a su vida y actualmente, según lo platica, se encuentra en su mejor etapa.

Hay momentos que no entendemos; situaciones que nos sacan de balance, que nos “mueven el tapete”, experiencias inevitables, que hacen que todo cambie, que nuestros planes se muevan y que las prioridades tengan otro orden.

Puede ser un despido, una ruptura de pareja, un mal negocio, un conflicto familiar, una enfermedad, una deuda,  Sea lo que sea,  no estamos entrenados para pasar por ello, y si no se sabe manejar, puede llevarnos al extremo de pensar que ya no hay esperanza alguna ni motivación suficiente.

Pero, ¿sabes? Hay una buena noticia y se llama “Resiliencia”, que se define como la capacidad para afrontar la adversidad y salir fortalecido de las crisis o las tragedias.

Dicen que cada historia tiene un final, pero en la vida cada final puede ser un nuevo inicio. María fue resiliente y se hizo responsable. Lo mismo que hacen muchas personas que tocan fondo pero en lugar de quedarse ahí, lo utilizan de trampolín y se impulsan a una vida incluso mucho mejor que la que tenían antes de la dificultad.

En la vida hay más comienzos que finales. Siempre tiene su encanto terminar algo, cerrar un ciclo, porque eso significa, que vienen nuevas y mejores oportunidades. Por eso en mis Conferencias lo digo una y otra vez: Hay que dejar a los fantasmas del pasado en el lugar que les corresponde. Lo que ya no es, suéltalo y enfócate en aprovechar los regalos de tu presente.

Me gusta lo que comparte Paulo Coelho al respecto: “Nadie puede volver atrás, pero todos pueden seguir adelante; y mañana, cuando el sol salga, será suficiente con repetirse a uno mismo: voy a ver este día como si fuese el primero de mi vida”.

Esta temporada del año puede ser la excusa perfecta para hacer “borrón y cuenta nueva”. ¿Algo no te gustó? ¿Algo salió mal? ¿Algo terminó? No te preocupes ni gastes energía en esas páginas viejas, mejor ocúpate en escribir nuevos párrafos, los que realmente deseas y mereces.

Despídete de esos “borradores” que probablemente importan, pero no te determinan. Bota todo aquello que doble tus alas o frene tu vuelo. Que el pasado se quede en un recuerdo y en un laboratorio de experiencias.

¿Qué puedes hacer?

1)    Agradece: Quédate únicamente con lo bueno de esa persona o de esa experiencia. Anota todas las bendiciones que surgieron a partir de ahí. Detrás de toda crisis existe un gran baúl de lecciones listo para ser abierto por ti. Agradecer no significa justificar lo “malo”, sino reconocer que eso que pasó, fue por una razón perfecta, más allá de lo que ahorita alcanzas a ver.

2)    Suelta: Acepta que sucedió pero no mantengas toda tu vida ahí. No te enganches; el apegarse siempre será una respuesta del ego. Poco a poco ve soltando; porque como sabes, llegamos a esta vida sin nada, y así mismo nos iremos. Nada ni nadie nos pertenece, sólo somos administradores.

3)    Deja ir: Esta es la mejor parte. Si es necesario perdona o pide perdón. Reconcíliate con lo que ya fue. Haz las paces con tu pasado, y dale tu bendición, como alguien que recibe un regalo, y luego lo comparte con alguien más.

Esta “fórmula ASD” la he utilizado en los momentos más significativos de mi vida y me ha funcionado de maravilla, ya que es una manera práctica de pasar del resentimiento a la reconciliación, y eso nos ayuda a ver con mayor claridad una nueva página en blanco, lista para ser escrita.

¿Estás pasando por algún quiebre importante?

¿Terminó tu relación?

¿La muerte de un ser querido?

¿Te quedaste sin empleo?

¿Algún problema financiero?

¿Lo perdiste todo?

Sea lo que sea, es importante mantener la esperanza y trabajar con lo que SÍ tienes en tus manos, que como bien sabes, es tu presente. Recuerda que ninguna crisis es más fuerte que tu voluntad de cambio y que nunca es tarde para volver a empezar tu vida.

Nunca confundas un mal capítulo con el final. Siempre es posible iniciar de nuevo, con otra cara, con otro espíritu.

Que disfrutes el increíble viaje de “Volver a empezar”.

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