Las flores no crecen estirándolas. En la vida sucede lo mismo. A fuerza ni los zapatos entran, y no entran por muchas razones, ya sea porque el pie es más pequeño o más grande o porque el zapato no era el correcto. En otras palabras, no es el momento para que suceda.

Dejar que la vida fluya bajo su propio ritmo, dejando que el Plan Perfecto se vaya realizando, es la mejor acción para alejarnos del tremendo estrés que causa forzar las cosas a costa de todo, incluso de uno mismo.

“Si le aprietas, se rompe”, dice un viejo adagio. “Si le aprietas, se rompe”, decía también una señora de edad avanzada cuando estaba preparando unas deliciosas tortillas de harina:

—Hay que revisar cada movimiento, la temperatura, la textura, porque cualquier detallito, si le aprietas de más o de menos, no las deja igual de sabrosas.

¡Qué gran filosofía de vida tenía esta mujer! Así como al hacer tortillas, no hay que apretar ni más ni menos, hay momentos en que debemos dejar que la vida siga su curso de acuerdo a lo que tiene preparado para nosotros. No tenemos que entender todo lo que nos pasa, sino ¡obtener todas las enseñanzas de lo que nos pasa!

Recuerdo a un viejo amigo quien para conquistar a la mujer de sus sueños recurría constantemente a la ayuda de brujos, espiritistas y personajes varios que le leían el café, la arena, la mano, las cartas y hasta el agua, por mencionar algunos “métodos”. Se la pasaba “forzando” el destino, apretando de más y obteniendo de menos, sin aplicarse a hacer cosas efectivas que le hicieran merecer el amor de la chica.

Cuando suceden cosas inesperadas o imprevistas, aunque sean aparentemente malas, es el mejor momento para no tratar de cuestionar a la vida, sino de cuestionar a nuestro fuero interno para descubrir cómo convertir la experiencia en aprendizaje.

Esto no quiere decir que nos durmamos o nos retiremos del juego, sino que pongamos en marcha las estrategias adecuadas, dando paso a la acción, sin vivir en el estrés de pensar que las cosas tienen que salir exactamente como deseamos.

Perseverar en nuestros sueños, pero adaptándonos a las nuevas circunstancias, nos puede llevar a cristalizarlos y a convertirnos en el protagonista de nuestra propia película. Como aquel sueño de un amigo comerciante de iniciar su propio negocio de pizzas. A pesar de que recibía constantemente señales para dar un giro en su restaurante, él seguía intentando.

Llegó a quebrar su pizzería en diversas ocasiones. Intentó remontar la mala respuesta a su negocio cambiando de nombre, logotipo o lugar y… nada.

Pasaron los años y se topó con una oportunidad maravillosa para iniciar un negocio de comida china a domicilio. Actualmente tiene más de 10 sucursales . Lo mejor de todo es que él ahora está económica y felizmente realizado. Lo que hizo este comerciante fue intentarlo, trabajar para lograrlo, buscar las señales y aprovechar las oportunidades.

Después de haberse topado con la realidad de que tenía que modificar su sueño, en lugar de frustrarse y tratar de apretar de más con las pizzas, se dio cuenta de que podía seguir cumpliéndolo, sin traicionar su esencia. Aunque la forma era diversa, el fondo era el mismo.

Una llamada, una carta, un encuentro, todo tiene sentido. Todo es parte de un plan, pero si lo apretamos, se rompe. La elección es nuestra. Quédate abierto a las oportunidades que te presente la vida para que ni aprietes de más, ni de menos. Simplemente deja que las cosas fluyan como deben.

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