Imagina la siguiente escena:
Te encuentras plácidamente disfrutando una deliciosa y helada paleta de limón, cuando justo antes de darle una gran mordida, aparece de pronto una persona y te la quita de las manos.
Esa persona se va corriendo con tu paleta, esa misma que estabas a punto de disfrutar; tratas de alcanzarla para reclamarle pero… ya es demasiado tarde. Se llevó la paleta de limón y también tu ilusión.
Cuántas paletas de limón tenemos a lo largo de nuestra vida. Paletas de limón como la pérdida de un ser querido, una relación terminada, un proyecto inconcluso, una pérdida económica, un viaje no realizado.
Cuántas veces nos topamos cara a cara con la frustración. Ese sentimiento de impotencia de haber tenido algo bajo control y que de pronto desaparece como por arte de magia, sin ni siquiera preguntarnos.
Como lo he mencionado en otros artículos, la vida no es justa o injusta. La vida es tal y como es, tal y como la vamos haciendo. Somos responsables tal vez no de todo lo que suceda, pero sí de cómo sentirnos respecto a eso.
Muchos se quejan ¿Por qué me trata mal la vida? ¿Por qué es injusta conmigo? ¿Qué hice mal? Y cuántos al ganarse la lotería, obtener un gran trabajo, recibir fabulosas noticias siguen diciendo ¿Por qué me trata así la vida? ¿Por qué es injusta? En definitiva, el hombre es dueño de sus circunstancias y de cómo toma su vida.
A veces hay más amaneceres que noches oscuras. A veces también sucede lo contrario. Lo importante no es quedarnos parados llorando o lamentándonos porque alguien nos quito la paleta de limón, sino levantar el rostro, poner una sonrisa y decir: “todavía hay tiempo para comprar otra”.
La pregunta típica que surge en estos robos “injustos” de paletas de limón es ¿Por qué a mí? Si siempre he sido bueno, he estado apegado a la ley, hago oración, doy limosna a los pobres, entre otras excusas que sólo logran tranquilizar un poco la conciencia. No se trata tampoco de ser buenos o malos. El tiempo lo cura todo.
Te aseguro firmemente por experiencia personal que esa pregunta de por qué, sufrirá un cambio alquímico para convertirse en ¿Para qué? Cuando estemos dispuestos a contestarla, las cosas se verán muy diferentes.
Ahí aparecerán todos los beneficios de haber vivido algo que para los ojos humanos fue frustrante, deprimente o desolador. O en otras palabras más populares “Cuando se cierra una puerta, se abre otra”. Todo tiene una razón muy particular de ser.
Inclusive el hecho de que te encuentres leyendo este artículo. No es casualidad. Es porque algo bueno habrá tras esto para tu vida. Lo importante es descubrirlo.
Te invito a que no trates de luchar contra lo que ya sucedió. Mucho menos cuando no estuvo en tus manos la situación. Es cómo tratar de matar a un elefante con una pistola de agua. No trates de comprenderlo, no lo cuestiones.
Dedícate a vivir lo que viene, a disfrutar el momento actual y a poder sacar todo lo positivo de esa situación e inclusive, por qué no, de ayudar a otros que viven o vivirán lo mismo que tú.
Te pido que ahora imagines la siguiente escena:
Después de que te arrebataron la paleta de limón, te das la media vuelta y te topas con una tienda de helados; tienda que ni siquiera te habías dado cuenta que estaba ahí, hasta que abriste los ojos, subiste el rostro y dijiste “no pasa nada, todavía hay tiempo de comprar otra paleta”.
Te metes a la tienda, sacas unos cuantos centavos y te dan una deliciosa paleta de mango. Una paleta de un sabor distinto tal vez; sin embargo, estoy seguro que también te encantará, aprenderás a valorarla más, a disfrutar cada mordida y hasta tendrá mucho más sabor. Una paleta que tal vez ni siquiera hubieras conocido, si no es porque a la vida se le ocurrió la idea de “arrebatarte” la paleta de limón.
Cuando la vida te quite tu paleta de limón, por más difícil que parezca, recuerda que es porque algo maravilloso te espera. Lo importante es abrir los ojos, poner una sonrisa y seguir caminando, siempre, seguir caminando.