La gente que me ha seguido más de cerca o quien está presente en mi vida diaria sabe lo importante que son para mi los tiempos de silencio, de estar conmigo, de estar en paz.

No es que no me guste el contacto con la gente, tan me gusta y lo amo que a eso dedico gran parte de mi tiempo. Pero así como disfruto al máximo estar en un escenario compartiendo una Conferencia a veces hasta con miles de personas, también gozo enormemente estar en silencio.

El silencio interior no depende de un lugar. Muchas veces me escriben personas que buscando escapar de su realidad dicen: «Voy a irme de esta ciudad, para dejar de sufrir» y de pronto se sorprenden al darse cuenta que en aquella ciudad también sienten y piensan lo mismo.

Un gran consejo que recibí hace muchos años y es una conquista diaria (precisamente por el ajetreo constante de todos los días) es el acallar la mente, aquietar esa revolución de ideas, citas; es dejar a un lado la agenda y simplemente quedarse en silencio.

Es en el silencio en donde uno encuentra muchas respuestas. Ya sea en la meditación o simplemente caminando en el parque o en la calle con el firme propósito de OBSERVAR (no tan sólo de ver) y de ESCUCHAR (no tan sólo de oir) todo lo que está a tu alrededor.

Un gran maestro decía: Es en el silencio interior, en el sosiego, con la mente quieta, callada, cuando el espíritu puede despertar y “tomar conciencia de sí mismo”.

Regálate unos minutos de silencio en tu día, de estar contigo, de disfrutarte. Notarás la diferencia.
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