Muchos culpables, muchas víctimas, muchas historias. Es fácil aventar a los demás la pelotita de nuestras aparentes «desgracias». Es sencillo decir que vivimos así por culpa de los gobernantes, los padres, el ex-marido o la suegra. Es arriesgado el seguir dándole la responsabilidad de lo que nos ocurre a personas que ni siquiera están en nuestros zapatos. Es hasta un poco «esquizofrénico» el pensar que por los movimientos de terceros tenemos la vida que tenemos.
Para quienes tomamos el compromiso de inspirar a otras personas o estar involucrados en cuestiones de Desarrollo Humano, resulta común toparte en el camino a personas que colocan la solución de sus problemas en manos ajenas y todavía se quejan contigo amargamente pidiéndote que cambies a los demás: Mamás que quieren que hable con sus hijos sin cambiar ellas primero, esposos que dicen que las del problema son ellas… y ellas dicen lo contrario, empleados que se quejan de su jefe y ni siquiera se esfuerzan como debieran.
Cuando alguien se acerca al final de alguna de mis Conferencias para decirme cosas como «Es que mi papá, es que el gobierno, es que la crisis, es que la falta de valores, es que los demás, es que tal tal tal» sólo observo con profunda compasión y les invito, por la complejidad del asunto, a alguna sesión personal o que busquen ayuda profesional, pero por dentro quisiera GRITARLES (literalmente hablando) lo que algún día entendí y me cambió la vida:
«NADIE TIENE LA CULPA DE LO QUE TE PASA. ERES EL RESPONSABLE DE LO QUE HACES CON TODAS Y CADA UNA DE TUS HISTORIAS. NUNCA CAMBIARÁS A NADIE. SI SIGUES ECHANDO CULPA A TODOS SEGUIRÁS CON LOS OJOS CERRADOS Y NO PODRÁS CONECTAR CON TU FELICIDAD»
El encanto de este blog es que SÍ te lo puedo decir a ti con ganas de que LO ENTIENDAS y LO APLIQUES. Por lo tanto con humildad y respeto te lo digo:
¡ABRE LOS OJOS!
No hay víctimas ni culpables. Somos personas con expectativas e información diferente. Eso no justifica ningún acto deplorable contra tu persona, pero tampoco justifica el que sigas queriendo que ALGUIEN sea la solución a tus conflictos. Ninguna persona, créeme, NINGUNA, es la respuesta a lo que buscas.

Detente un poco en tu vida. Observa objetivamente y descubre que dentro de todo lo que te sucede hay grandes enseñanzas. No importa el mensajero, sino el mensaje. Hazte responsable de tu vida y no esperes que alguien más lo haga por ti. Notarás una gran diferencia.

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