Una de las cosas que más recomiendo al inicio de mis Conferencias es quitarse las telarañas mentales, ya que éstas no nos dejan avanzar y nos bloquean la información que quisiéramos recibir.

Las telarañas son creadas por nosotros mismos. Empiezan sútilmente con una simple arañita (algún suceso) y nosotros, al no sanar esa experiencia, le damos más poder y empezamos a entretejer una gran telaraña invisible que nos impide ser objetivos y ver la luz. Lo peor del caso es que muchos piensan que esas telarañas son fuertes muros imposibles de traspasar. Y por eso deciden quedarse con ellas.

¿Cómo saber si tenemos telarañas mentales? Un ejemplo claro son las personas que viven amargados, sin una sonrisa, quejándose, a favor de nada y en contra de todo. Son los típicos que dicen: «Yo no necesito ese tipo de cursos o libros» «Así he vivido muchos años y no voy a cambiar» «Cómo voy a traer hijos a un mundo tan desquiciado»

Podrían creerse muy inteligentes con sus postulados sobre la violencia, la inseguridad, los «castigos de Dios», que es una utopía siquiera imaginar que podemos estar mejor, que para lograr cosas hay que sufrir, pasarla mal, etc. etc.

El problema es que por aquello que vivieron o la información que recibieron han cubierto sus vidas de muchas telarañas. Sólo es cuestión de pasar tu mano sobre ellas y te darás cuenta que detrás, muy en el fondo son personas tan, pero tan necesitadas de amor y atención.

Pero nadie quitará sus telañaras hasta que esté plenamente convencido de que su vida NO SON SUS TELARAÑAS, sino lo que hay detrás de ellas.

El primer paso para quitarlas es reconocer todo lo que hemos vivido, evitando la culpa y acercándonos a la responsabilidad; aprendamos a sanar y perdonar para seguir creciendo. Lo que has vivido pudo haber sido algo fuerte, difícil o complicado. Pero lo que sigue después de ahí, dejar que la telaraña crezca u observar la luz del aprendizaje, sólo depende de ti.

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