José Luis Montes, creador de Wikihappiness cuenta que «Había una vez un niño que se paró frente a una amapola y quedó maravillado por sus colores, la perfección de sus formas, la textura de terciopelo de sus pétalos, la delicada gradación del rojo exterior hasta el negro de su cáliz y el verde semi transparente de su tallo.

Un niño que, ya adolescente, miraba los campos de amapolas en verano y sonreía a lo lejos.

Un adolescente que se hizo adulto y, cuando su acompañante le señalaba esos mismos campos diciendo “¡mira, qué colores!”, respondía molesto “no me distraigas, que estoy conduciendo”.

Un adulto que tuvo un hijo. Un niño que una vez vino corriendo a verle, excitado, y con una amapola en la mano le dijo: “mira, papá, mira qué color rojo tan increíble!”. Y su padre se preguntó cuándo fue que perdió la capacidad de admirar el milagro de una amapola.

Un adulto que un día fue anciano. Un anciano triste porque ya no era capaz de recordar de qué color son las amapolas».

Cuando escuché la historia de José Luis por primera vez no dejé de pensar en la mercadotecnia de la prisa. Para como está el mundo de nuestros días, llegar a la casa a comer, detenerse a compartir con los hijos, leer un buen libro, tomar un té con un amigo o simplemente escuchar a tu pareja se convierte en una labor titánica.

Siempre tenemos prisa. ¿Para qué? No lo sé. La gente quiere salir adelante y no sabe adelante de quién. La gente quiere estar en el primer lugar y tampoco sabe para qué. La gente quiere comerse al mundo y ni lo saborea. Todo urge: La cotización, el contrato, el proyecto, pagar la renta, casarse, tener hijos, hacer cosas, llenar la agenda.

¿Qué pasaría si las cosas ordinarias tomaran un aire urgente? ¿Qué pasaría si realmente tuviéramos en nuestra mente que URGE lo que normalmente dejamos para después?

¿Qué sucedería si pensáramos que:

URGE decirle a nuestros papás lo que los amamos, que URGE llegar con tu pareja para darle un abrazo gigante, que URGE sonreírle al niño que se cruzó contigo en el camino, que URGE estar platicando contigo mismo, que URGE ir a visitar a ese anciano olvidado o ese enfermo necesitado, que URGE comprar esas rosas y sorprender a la persona que amas, que URGE escribir un mail a ese amigo lejano, que URGE preguntarte para qué estás en este planeta, que URGE que te dejes de historias y comiences a trabajar en tu propósito y misión de vida. Que URGE que tengas una plática con Dios.

¿Sabes? Hoy SÍ URGE que te detengas un poco a pensar en tu vida, en lo que has hecho, en lo que falta y lo que quieres hacer con ella. Hoy SÍ URGE que te detengas a contemplar el cielo, admirar la belleza de la gente que te rodea. Hoy SÍ URGE que hagas un alto, que estés en paz y que disfrutes el instante; para que al final de tu vida, hayas admirado el increíble color de la amapola.

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