Cuando María me platicaba que su vida era un caos, no podía dejar de cuestionarle qué era lo que la había hecho llegar a ese punto, al borde del precipicio. Vaya, me queda claro que nadie nace con diez mil problemas a las espaldas ni pasa todos los años de su existencia metido en la adversidad. Tuvo que haber un momento en donde todo cambió.

Aparentemente todo iba bien en su vida, cuando de pronto una severa crisis, debido a un trágico divorcio un tanto inesesperado, hizo que todo fuera cayendo como fichas de dominó. En otras palabras: ella al no saber afrontar su primer punto de quiebre, se soltó, abandonando todo lo que la mantenía de pie, y de pronto, cual bola de nieve, todo se fue «empeorando» hasta que se desmoronó por completo.

¿Te ha pasado?

El caso de María no es ajeno al de muchos que me escriben o me abordan al final de mis Conferencias. Nadie nos enseña a sufrir. No es algo que se enseñe en los colegios o en la universidad. A veces en casa, también algunos padres prefieren omitir hablar de situaciones difíciles con sus hijos. El problema está en que cuando aparece «el elefante» de la adversidad no sabemos qué hacer con él.

Dicen que en la cuerda floja no hay que tomar decisiones, es mejor esperar a que llegue la calma para saber por dónde moverse. Estoy de acuerdo.

Pero, creo que sí es posible tomar al menos UNA DECISIÓN  (que al menos en lo particular, me ha ayudado mucho en momentos difíciles) y que puede ser muy buena vacuna frente a este fenónemo de bola de nieve de adversidades. La DECISIÓN DE NO SOLTARSE, NO DEJARSE CAER.

Cuando sobrepones la inteligencia y la voluntad, por encima de tus emociones y sentimientos, en circunstancias de crisis, entiendes que a veces, a pesar de todo, hay que seguir levantándose de la cama, respirar y tratar (es difícil pero no imposible) de hacer todas aquellas actividades que disfrutabas y te apasionaban antes del momento difícil.

En las crisis hay que «agarrarse de algo» y seguir dando pequeños pasos, que te sigan llevando a lo que quieres. Desde luego que el ritmo será más lento, pero estoy seguro que eso te mantendrá al menos de pie y con mucha mayor seguridad para afrontar lo que viene. De lo contrario, es como si entregaras el escudo y la espada a tu oponente antes de iniciar la batalla.

Recuerda, no te sueltes. Observa aquellas actividades o personas de las cuales puedes tomarte en esos momentos y decide que es la mejor etapa para reinventar tu vida y dar un enorme salto hacia tus sueños.

-Este texto está basado en mi nuevo libro. Si quieres ser de los primeros en enterarte de su pronta publicación, sígueme en la cuenta de Twitter www.twitter.com/loselefantesnv

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