No tenía miedo a las dificultades: lo que la asustaba era la obligación de tener que escoger un camino. Escoger un camino significaba abandonar otros. – Paulo Coelho
Si fuera el último día de tu existencia ¿Qué elecciones tendrías que hacer para morir en paz? ¿A quién llamarías? ¿Qué comerías? ¿A quién abrazarías? ¿Con quienes disfrutarías tus últimos minutos? ¿Qué estarías haciendo? Ahora dime… ¿Qué esperas para hacerlo?
No me cabe la menor duda, el tiempo se va más rápido de lo que creemos y en cada segundo podemos elegir cómo construir nuestra vida; si no lo hacemos, terminarán eligiendo por nosotros algo que ni siquiera queremos.
Nuestro presente no es más que el espejo de las decisiones del pasado. Diseñamos nuestra existencia en base a las elecciones que hacemos momento a momento. Desde luego que el destino tiene una enorme influencia, pero inclusive el dejar fluir o impedir ese Plan Perfecto para el cual fuimos creados, resulta ser una elección en nuestras manos.
Vivir es tomar decisiones. Escogemos qué ropa usar, qué platillos disfrutar, dónde trabajar, qué pareja tener, qué hacer o dejar de hacer. Es un examen diario de opción múltiple, un abanico infinito de posibilidades. Es estar en movimiento, no dejar que nos corran la película sino escribir nuestra propia historia. Vivir es transitar el sendero que nos conduce a lo que realmente estamos llamados a ser y en donde por consecuencia obtenemos lo que deseamos.
Hace algunos años decidí hacer un cambio en mi vida, fue un giro de 180º y elegí, como menciona el poeta estadounidense Robert Frost, “el camino menos transitado y eso hizo toda la diferencia”. Algunos me tachaban de loco, utópico o soñador. Me hacían preguntas como: ¿Por qué ser conferencista inspiracional a tan corta edad? ¿Qué podía compartir si aparentemente no había vivido?
¿Cómo transmitir mensajes de bienestar en un mundo conflictivo que parece una jungla de supervivencia? ¿Qué podía decir un joven a sus 15 años y sin altos estudios académicos? ¿Cómo podía inspirar la vida de alguien más sin ser psicólogo ni psiquiatra?
Quisiera sincerarme contigo. La verdad al principio yo tampoco sabía qué responder a esas interrogantes, no conocía todas las respuestas; en cada charla que me invitaban a compartir únicamente cargaba dos cosas: mi caja de libros para vender y mi bolsa repleta de sueños por cumplir. Y lo más importante: estaba dispuesto a aprender con cada audiencia, y vaya que sigo aprendiendo.
Han pasado ya diez años de haber iniciado la aventura. Más de un millón de personas de diversos países han vivido alguna de nuestras conferencias o seminarios, han leído alguno de los libros que he escrito o han disfrutado nuestro newsletter INSPIRADOS.
Si hoy me preguntas: “Pero David ¿cuál fue tu secreto?” Te respondería sin lugar a dudas: Todo fue, es y seguirá siendo cuestión de elecciones, simples elecciones.
Todo inició cuando en mi mente imaginé una vida extraordinaria, viajando por el mundo compartiendo mensajes de paz, bienestar y felicidad. Al principio no fue sencillo, tenía que remar contra corriente, no hacerle caso a los matasueños ni a la gente que con una muy baja frecuencia de energía quería cortarme las alas, por la simple manía de no poder ver que a otro le vaya bien. Pero después fue mucho más fuerte mi deseo de cumplir mi misión, de ser lo que realmente estaba destinado a ser, no quería terminar como una estadística más, y de pronto…el milagro ocurrió. Se hizo todo mucho más sencillo y mi vida cambió. Todo por una elección.
Hoy ya ni siquiera tengo que luchar ni convencer a nadie, simplemente me dejo fluir escogiendo en cada momento lo que me ayuda a ser mejor persona y a cumplir mi labor en este planeta.
Hoy puedo voltear atrás y ver la enorme cantidad de gente que no creyó y que ahora se sorprenden. Hoy puedo voltear atrás y ver a ese David adolescente de 15 años, pequeño, con miedo, sin saber qué iba a pasar en el futuro. Pero hoy también disfruto enormemente las consecuencias de la tan “soñadora”, “utópica” o “loca” elección que hice.
A lo mejor (gracias a la sincronía de la vida) piensas que éste artículo lo estás leyendo en el momento adecuado, porque estás en medio de una importante elección que marcaría y cambiaría tu futuro. De hecho a lo mejor quisieras tener un mapa para saber por dónde irte o ver la película completa, para que dependiendo del final puedas elegir mejor.
Pero ¿sabes? en el examen de la vida, no siempre entenderemos todas las preguntas o alternativas de respuestas que nos plantean. Algunas son inesperadas, otras nos retan, nos mueven la conciencia o nos hacen despertar. Algunas pueden llegar a ser más complicadas que otras, inclusive para muchas podríamos no estar preparados.
Sin embargo, una de las características de vivir, y que le da ese toque mágico a nuestra historia es la incertidumbre. No sabemos a ciencia cierta lo que pasará mañana. Inclusive aunque ya tengamos un plan estructurado todo puede cambiar. Dios escribe recto en renglones torcidos y ríe al contarle nuestros planes porque sabe que siempre nos puede sorprender.
Entonces… ¿Qué y cómo debemos elegir?
Hay que elegir lo que nos haga felices. La información, el trabajo, las personas, los momentos y las experiencias que nos hagan crecer, que ayuden a nuestro bienestar, a sentirnos bien, descartando todo aquello que nos impide volar, desarrollarnos y realizarnos plenamente. Si sientes que un trabajo, una persona o una experiencia te “apachurra”, te roba energía, te hace sentir mal la mayoría del tiempo o te impide ser TÚ, la señal está clarísima: no es por ahí.
Hay que elegir lo que nuestro corazón nos dicta, haciendo caso a la intuición y plan de vida. Cuando empiezas a escuchar lo que estás llamado a ser, el Universo se manifiesta enviándote señales para irte indicando el camino. A veces inclusive te cambia radicalmente de dirección, para mostrarte una vida diferente, mejor y con la cual realmente te puedas sentir pleno y orgulloso.
No tengas miedo a equivocarte. No existen fórmulas mágicas, no hay soluciones correctas o incorrectas. Cada elección que hacemos en nuestra vida arroja resultados diferentes. Resultados que no son fracasos, sino simplemente resultados. Lo importante no es planearlo todo, si así lo fuera ¡qué aburrido sería! Lo verdaderamente emocionante y valioso es experimentar, dejarse fluir, intentar, no dejar “espacios en blanco”, porque muchas elecciones jamás se vuelvan a repetir. En otras palabras lo importante es no dejar de elegir y de aprender.
Elegir es un acto de valentía. No es tarea fácil. Elegir significa dejar el ego, quitarse las creencias limitantes y la historia personal, es olvidarse de paradigmas como: “Así somos todos los López”, “Es que salí a mi papá”, “Si me quieren, que se acostumbren como soy” Es confrontarte con lo que eres y lo que te gustaría llegar a ser. Las personas que han dejado su huella en el mundo son aquellos valientes que rompen cualquier estadística, pensando que si otros no lo han logrado, no significa que sea imposible.
Elegir es un proceso de alquimia. Es no dejar al mundo igua cuando te marches, es transformar tu realidad e impactar la de otros. Quien no elige se queda en el limbo y su vida termina siendo una caricatura de otros. Elegir conforme a lo que deseas te modifica en 180º tu salud, economía, relaciones personales. Te vuelves dueño de ti mismo y vives en libertad.
Elegir es un acto de renuncia. Es abandonar otras opciones, caminos que tal vez también te gustaría conocer pero que no son lo mejor para tu desarrollo o no es el momento. Elegir es despedirse de la vida actual para ir en búsqueda de la vida deseada, pero como aquel que sale de la isla para conquistar nuevos océanos y no pone su vista atrás porque sabe que le espera algo mucho mejor.
Hoy es momento de crear nuestra existencia, de hacer que las cosas sucedan. Como lo dice Stephen Covey, no tienes que esperar a las circunstancias o a otras personas para crear experiencias que expandan tu perspectiva. Puedes conscientemente crear las tuyas.
Probablemente nunca sabremos lo que pasará mañana, pero mientras vayamos eligiendo todo aquello que anhelamos, el Universo nos premiará abriendo puertas infinitas a otras miles de posibilidades. En nuestras manos está hacer de nuestra vida una verdadera obra maestra, y estoy plenamente convencido que cuando eliges el camino para lograrlo Dios sonríe, tu país te lo agradece y el mundo queda en paz.