Mientras sigamos estancados internamente, nuestra vida lo estará externamente. La única forma de ampliar nuestro conocimiento de la vida es estar dispuesto a profundizar en ella. Da lo mismo si el problema ocurrió hace décadas, el reto consiste en afrontarlo y resolverlo ahora, para que en las décadas que nos quedan por delante nos hayamos liberado de la trampa de volver siempre a repetir los mismos desastres del  pasado.  – Marianne Williamson

¿Se acabó la amistad? ¿Terminó la relación? ¿Cambiaste de trabajo? ¿Te mudaste a otra ciudad? ¿Cerraste tu negocio?

¿De cuántas oportunidades, experiencias y regalos te estás perdiendo porque tu pasado sigue estorbando en el camino? ¿Sigues atado a eventos, relaciones, recuerdos o historias que ya no son ni serán?

Definitivamente ya nada volverá a ser como antes. Pero de cualquier manera, existen personas que prefieren seguir en la aparente comodidad de vivir de la misma manera de siempre, aunque los resultados no sean los que ellos buscan, en lugar de tomar riesgos y hacer algo para que las cosas cambien.

Muchas veces es por falta de información, otras tantas, por miedo a dejar ir, a romper y a soltar lo que ya sucedió.

Algunos dicen que es demasiado difícil dejar el pasado atrás y sanar, pero la verdad de las cosas, es que, en base a mi experiencia con cientos de casos, puedo afirmar que, la mayoría de la gente se deja morir en su zona de confort.

Esto sucede, porque siempre lo más fácil es “no hacer nada”, permanecer estáticos, como simples observadores. Es ahí cuando la mente se vuelve en el principal asesino silencioso, que la va acostumbrando a vivir a medias.

Dicen que los seres humanos tenemos memoria selectiva y nos acordamos sólo de lo que nos conviene. O como lo afirma Massimo Gramellini: “Preferimos ignorar la verdad para no sufrir, para no sanar. Porque de otro modo nos convertiríamos en aquello que tenemos miedo de ser: seres completamente vivos”.

Por eso, cuando enfrentamos una crisis o un cambio difícil en nuestra vida, en un principio, nos angustiamos o entramos en shock y buscamos mil remedios mágicos, pero después, conforme va pasando el tiempo, nos vamos ajustando a ese molde.

Algunos creen que lo normal es seguir con esas emociones tóxicas en nuestra cabeza, aunque éstas estorben el crecimiento o la llegada de nuevas experiencias; llegan a pensar incluso, que en algún momento todo se solucionará como “por arte de magia”.

Un claro ejemplo es cuando alguien termina una relación tormentosa. Por un lado, algunos llegan a instalar en su mente la creencia limitante de que TODAS las relaciones en el futuro serán igual de difíciles y complicadas, por lo cual, cierran las puertas a una nueva. Otros, por el contrario, pueden pensar que sólo fue un resultado de su mala suerte y siguen la vida como si nada hubiese pasado, sin darse la más mínima oportunidad de obtener aprendizaje.

Si tú eres uno de los que piensan así, tengo que ser muy honesto contigo y decirte lo siguiente: Una cosa es no preocuparse de lo que ya sucedió pero otra es permanecer estancado en la añoranza y en el recuerdo.

La vida es constante movimiento. Si no haces nada para quitar la hierba mala del camino, (léase: romper tu pasado) seguramente se te dificultará llegar a donde quieres e incluso estarás condenado a seguir repitiendo las mismas historias que no quisieras recordar, por más que cambies de personajes.

Que no te pase, como aquel experimento de la rana, en el que en un primer acto se colocó a una rana viva dentro de un balde de agua fría. La rana, anduvo moviéndose en comodidad, sin problemas.

En un segundo acto, se puso a la rana pero en un balde lleno de agua hirviendo. La rana entró y al tener contacto con el agua a esa temperatura, pataleó e hizo todo lo posible para salir violentamente, un poco chamuscada.

Por último, colocaron a la rana dentro del balde de agua fría, pero debajo del mismo balde pusieron un mechero encendido, que fue va calentando el agua paulatinamente. Al ser gradual el aumento de la temperatura, la rana lo toleró y se fue adaptando sin tomar las medidas necesarias, hasta que ya no tuvo la energía necesaria para salir y murió hervida.

Para muchos, su pasado es como este balde de agua hirviendo. Al principio puede ser doloroso y frustrante, pero después con ideas paralizantes como la de: “el tiempo lo cura todo” se empieza poco a poco a tolerar el dolor, tanto que no se le pone atención, y por lo mismo, no se hace nada para sanar lo que sucedió, hasta que se vuelve parte de la rutina diaria bajo una indiferencia absoluta.

Goethe lo explicaba de otra manera: No hay nadie más esclavo que aquel que falsamente se cree libre. Y parecería que así viven muchos, creyendo que no deben de hacer nada para evolucionar, atados a “elefantes” fantasmas que siguen rondando su mente, y que no desaparecerán sólo por dejar de ponerles atención.

Pueden ser situaciones tan variadas como esa relación que no terminas de cerrar, alguien de tu pasado a quien no has perdonado, una persona la cual ya no está en un plano terrenal pero no puedes dejar ir, un trabajo del cual no te has despedido al 100%, una historia de tu niñez que todavía no ha sido curada emocionalmente. Cada quién sabe lo que sigue arrastrando.

Tal vez me digas: “David, pero si llevo muchos años viviendo así y no me pasa nada, ¿por qué ahora tengo que romper con eso?”

Yo te respondería con otras preguntas: ¿Te sientes plenamente feliz? ¿Estás atrayendo todo lo que deseas? ¿Realmente ese es el lugar al que perteneces? ¿Es así la mejor manera de vivir y de realizarse?

Estoy convencido de que se vive mejor y se abren más puertas cuando vivimos, como decía Anthony de Mello, ligeros de equipaje, dejando de cargar lo que ya no corresponde.

En algunas de mis conferencias he compartido el caso de la “hermosa joven” de ochenta y pico de años, que se acercó conmigo al final de una de mis charlas, para abrazarme y darme las gracias, porque después de cincuenta y tres años por fin había podido perdonar a su padre. Lo que más me impresionó no fue lo emotivo del evento (que confieso casi se me sale una lágrima), sino la cantidad de años que la señora había estado cargando algo que pudo haber soltado desde hace muchísimo tiempo.

Otro claro ejemplo de cómo nuestra historia personal se puede volver en un importante obstáculo, es el caso de Javier: un afamado empresario que no podía establecer una relación de pareja, a pesar de su notable éxito en los negocios.

Después de un par de sesiones, llegamos a la conclusión de que su problema no tenía nada que ver con sus habilidades externas de conquista, sino con un patrón interno de comportamiento que lo venía persiguiendo desde hace años por una experiencia que vivió de abandono en su adolescencia. Ahora esas carencias las proyectaba en sus relaciones.

Cuando Javier hizo conciencia de que había algo que solucionar primero en el interior para poder ver lo que deseaba en el exterior y trabajó profundamente en despedirse de esa parte de su pasado, es cuando realmente logró establecerse como él quería.

No en pocas ocasiones he compartido a los participantes de mis Conferencias y Seminarios que una de las formas más practicas para atraer lo que deseamos y para despertar a la vida que siempre hemos soñado es cerrar círculos y soltar lo que ya no debe de estar. Parece una tarea simple, pero que genera enorme beneficios si lo hacemos plenamente enfocados.

¿Qué puedes hacer hoy para iniciar el proceso de romper tu pasado? Te comparto cinco claves que te podrán llevar de la mano en este camino de reconciliación contigo mismo y de esa manera, abrirte a nuevas posibilidades.

1)    Aceptar que hay algo que cerrar

Parece algo tan obvio, pero en este punto es donde muchos se frenan, porque lo que más les cuesta es el “darse cuenta”. Hay que sincerarnos y saber si hay algo que ya pasó, sea una persona, experiencia, trabajo, ciudad, evento que sigue causando una sensación de malestar o incomodidad al recordarlo. Es positivo y da mucha luz el hacer una lista de todos esos pequeños eslabones que forman la gran cadena de nuestro pasado, pero que hemos dejado inconclusos. El aceptarlo es un gran paso para empezar a despedirnos y para entender que todo cumple un ciclo perfecto en nuestra vida.

2)    Perdonar y pedir perdón

Cuando me preguntan cuál es la llave perfecta para romper el pasado sin titubear respondo que es “perdonar y pedir perdón”. El perdón, en cualquiera de sus formas, libera y abre posibilidades. Perdonar es darnos un regalo de paz, de amor y de alivio a nosotros mismos. Es dejar el ego a un lado y soltar el control. Cuando pedimos perdón o perdonamos, es también una forma de limpiar los sentimientos negativos que traemos con esa experiencia del pasado. De hecho, con el primero con el que debemos de empezar es con uno mismo. Es indispensable perdonarse, por que a algunos lo que más les duele es no haber sido lo que esperaban ser y eso es lo que más los frena.

3)    Agradecer sin culpas

Está bien haber vivido lo que viviste. No te culpes. Hiciste lo que estaba en tus manos y es bueno darse el permiso de fallar. No somos perfectos. De verdad que no hay nada más liberador que el agradecer mil veces esa experiencia que vivimos, haya sido el tiempo que haya sido, y obtener lo positivo de esa situación, por más dolorosa que parezca. Siempre existen bendiciones escondidas detrás de las crisis. El agradecimiento es una forma maravillosa de reconocer nuestra fragilidad como humanos y saber que existió una razón maravillosa para haber experimentado lo que experimentamos.

4)    Limpiar el terreno. Moverte de lugar

Para sanar tu pasado, es importante hacer cambios en tu vida. No puedes permanecer igual. Es importante darle giro a las cosas. En mi libro “Los elefante son vuelan” dedico varias páginas a este tema, ya que lo considero fundamental para cerrar esos eventos del pasado con broche de oro y que ya no vuelvan a abrirse.  ¿Qué estrategias puedes implementar para que las cosas ya no sigan igual? ¿Qué pequeños pasos puedes dar para iniciar la nueva vida que quieres? ¿Qué acción debes emprender hoy, para que todo empiece a ser diferente? ¿Qué debes de borrar, quitar, limpiar, tirar, dejar de hacer?

5)    Pedir ayuda en el proceso

Cualquier situación del pasado se puede convertir en tu gran aliado de aprendizaje y crecimiento si te das permiso de que así suceda. Esto puede ser un proceso mucho más sencillo si pides la ayuda de algún profesional. Soy un promotor convencido de que es importante rodearnos de personas que sepan más que nosotros. Si crees que sería más fácil para ti, que alguien te acompañara en el camino, puedes buscar al terapeuta, tanatólogo o coach de vida certificado más cercano a tu domicilio o existen incluso algunos que ofrecen sus servicios por internet. Tu futuro te lo agradecerá.

Lo que hagas hoy por ti, será el mejor regalo que podrás recibir mañana. Por último, te comparto una metáfora que me encanta y que siempre me ayuda a tener más claridad en este tema: El vidrio delantero de tu automóvil es más grande que el espejo retrovisor, porque siempre será más importante el camino que tienes enfrente a ti que el que dejaste atrás.

No tengas miedo de romper el pasado. Es momento de tomar decisiones, de hacer cambios, y de permitir que llegue lo que realmente mereces a tu vida.

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