La vida es como el eco.
Lo que das, recibes.
Lo que siembras, cosechas.
La vida es como el eco,
siempre te regresa lo que le das.
–Proverbio popularTodos los días la gente se arregla el cabello, ¿por qué no el corazón?
-Anónimo
Estamos en medio de un mundo tóxico, tanto física como emocionalmente. Hoy por hoy, no solo gran parte de lo que respiramos o ingerimos nos hace daño. Muchas veces, lo que pensamos y sentimos puede causar más estragos de lo que creemos.
Cada vez encuentro más soluciones para el cuerpo, pero no para el alma. Observo en los panorámicos de las calles de mi ciudad, o en llamativos anuncios de la televisión toda clase de remedios para vivir saludablemente.
Se ofrecen jugos, pastillas, tés, fajas, masajes y toda clase de aparatos para aparentemente ayudar a que el ser humano se reconcilie con esas “imperfecciones” de su cuerpo o las deficiencias de su organismo. El tema está en que estamos tan ocupados con solucionar el exterior, que poca atención le ponemos al interior.
Hace un par de semanas, mientras volaba para ir a dictar una de mis conferencias, me topé en una revista, un interesante artículo acerca de los superalimentos. Hablaban de cómo uno podía vivir mejor y por más tiempo, al agregar a nuestra dieta elementos como el ajo, las almendras, la quinoa, el alga espirulina, los frutos rojos, entre otros.
Lo primero que pensé, fue que también existen, bajo mi percepción, ciertos superalimentos emocionales, que no solo nos ayudan a vivir mejor, sino que además pueden darle un sentido de trascendencia a nuestro paso por este mundo.
Te comparto los seis que considero más importantes:
1) Escuchar en silencio: Desde tiempos muy antiguos, se ha hablado de los beneficios que otorga el guardar silencio. Se dice que cuando uno calla, Dios habla. Si crees que el ajetreo de tu día a día no te permite estar en silencio, seguramente es tiempo de replantear tus prioridades. En esos momentos de tranquilidad, surgen importantes mensajes y valiosas ideas. La oración y la meditación son muy buenas opciones para que esto suceda. En esa introspección, obtendrás respuestas que seguramente estabas buscando desde hace tiempo.
2) Perdonar: Se dice que es importante que no perdones demasiado pronto. Y esto es porque dicha acción está ya tan manoseada, que no le hemos dado la importancia que debería de tener. El perdón no es una solución rápida, sino un proceso de liberación interior, que toma tiempo, pero que vale la pena. Cuando cargamos rencores solamente estamos negándonos la oportunidad de fluir y de recibir lo que merecemos. Perdonar o pedir perdón es un acto de humildad hacia el otro y de generosidad hacia ti mismo. Empieza por tener todas esas conversaciones que has estado postergando.
3) Responsabilizarte: Lo que hacemos en el presente tendrá repercusiones en el futuro. Asumir y hacernos responsables de nuestras decisiones es un superalimento emocional extraordinario, porque nos lleva a la acción y no a la inmovilidad de la culpa. Buscar víctimas o victimarios es una actividad desgastante e innecesaria. Las dos preguntas claves para que la responsabilidad sea un hábito en nuestra vida son: ¿De qué me doy cuenta? y ¿Qué voy a hacer a partir de esto que me doy cuenta? No busques culpables, encuentra soluciones.
4) Desapegarte: No somos dueños de nada ni de nadie. Solo somos administradores. Lo que llega, se va. Vivimos en una carretera de ida y vuelta, en donde acumular es solo una consecuencia de nuestros pensamientos basados en la escasez y en el miedo, en lugar de la abundancia y la prosperidad. Constantemente hay que hacer una revisión a nuestra vida, para ver qué es aquello a lo que estamos atados y que es tiempo de soltar y de dejar ir. No tengas miedo, lo que necesites y mereces llegará.
5) Cultivar la mente: Lo que entra por tu mente, se manifiesta con tus emociones y esto después en tus acciones. ¿Qué permites que entre a tu vida? ¿Qué lees, qué escuchas, con quién te rodeas? Cultivar la mente es elegir todo aquello que nutra positivamente. Puedes empezar con un buen libro, una película o asistiendo a conferencias o seminarios. (Checa en internet las TED talks, puede ser un muy buen comienzo).
6) Agradecer: Esto lo digo constantemente en mis conferencias. La gratitud es un regalo que tenemos a nuestro alcance y que podemos tomarlo las veces que queramos. Es una virtud un tanto infravalorada, porque muchos creen que se trata de solo aplicarla cuando alguien nos hace un favor. Sin embargo, está demostrado que es mucho más que eso. De hecho, es uno, sino es que el más importante, de los componentes de la felicidad. Cuando agradecemos, entramos a un círculo virtuoso de reciprocidad. A mí me sirve tener un diario de gratitud, en donde trato de escribir aquellas cosas que agradezco hayan sucedido durante el día: desde la brisa fresca de la mañana, el chocolate espumoso hasta el encuentro inesperado que me puso una sonrisa en el rostro. Hoy pregúntate: ¿De qué me siento agradecido?
Estos seis superalimentos pueden ser grandes aliados para nutrir tu interior y para seguir trabajando en el desarrollo de tu mejor versión. Te invito a que investigues más sobre ellos, que los pongas en práctica y que si así lo crees conveniente, los compartas con las personas que quieres. Ya me contarás el resultado.