Contrario a lo que algunos todavía creen, se ha determinado que el dinero no da la felicidad, pero sí la felicidad puede ser una buena causa para generar más abundancia y prosperidad a nivel personal y desde luego excelentes resultados monetarios en la empresa. Según un artículo de Tino Fernandez del diario español Expansión:
«Si el trabajo compensa más que el ocio o los amigos; si uno es totalmente productivo y eficiente, eso significa que ha llegado al ‘estado de flujo’ y que está en situación de satisfacción plena. La felicidad ha dejado de ser algo etéreo y abstracto. Se puede medir y es muy rentable».
El autor hace énfasis en que no es extraño que cada vez más escuelas de negocios se preocupen de un intangible como la felicidad, y de su posible conexión con la economía real: economistas, psicólogos y sociólogos se unen en busca de una respuesta o de una unidad de medida.
Como por ejemplo, The Wall Street Journal quien señalaba recientemente que las escuelas de negocios parecen ser el lugar más adecuado para estudiar este vínculo, por aquello de la interdisciplina y la apertura de mente.
«Pilar Jericó, asesora de empresas en gestión de personas, aporta el enfoque de los estados de flujo, que tiene que ver con las teorías de Mihaly Csikszentmihalyiy y el supuesto de que todo el mundo tiene, alguna vez, una «experiencia óptima».
Jericó afirma que «quien se encuentra en estado de flujo está absorto en su actividad y siente una enorme satisfacción; trabaja para ser feliz, con capacidad de realización y satisfacción personal antes que de ganar dinero; y es más dichoso en el trabajo que en su casa o con sus amigos».
Cuando ocurre esto, hay un resultado directo para la empresa: «Con este compromiso, la persona tiene un 57% menos de posibilidades de dejar la compañía, y se esfuerza hasta un 87% más».
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