“…Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje”.
-Antonio Machado

Hay momentos que nos marcan, instantes que nos dejan una enseñanza de por vida. Uno de los más emotivos que recuerdo fue hace algunos años, cuando al terminar una de mis conferencias una señora de unos “ochenta y tantos años” llamada Doña Cuquita se me acercó de forma titubeante y con lágrimas en los ojos me sorprendió con un intenso abrazo, de esos que sientes que te “apachurran”, y con una tierna mirada me dijo:

-“David, muchas gracias por lo que acabamos de vivir, quiero decirte que hasta el día de hoy pude perdonar a mi padre, después de más de cincuenta años de no hacerlo. Hoy no está conmigo físicamente pero lo siento más cerca que nunca”.

Yo me quedé “de a cuatro”. No sólo por la muestra de afecto y agradecimiento que cabe aclarar era muy conmovedora, sino por el hecho de pensar en todo lo que la señora debió de haber sufrido tantos y tantos años. Realmente era algo que me sobrepasaba; vivir más de cinco décadas con un recuerdo tan doloroso en los hombros no era sólo algo que le complicaba el camino a cualquiera, sino que además resultaba un martirio constante.

Doña Cuquita no es la única. Conforme ha pasado el tiempo he recibido numerosos correos electrónicos y llamadas telefónicas de cientos de personas que me comparten que no han podido lograr vivir con bienestar y paz interior por todavía estar cargando la burla que recibieron cuando eran niños, el mal trato de papá o mamá, una desilusión amorosa o simplemente un “error” que todavía no son capaces de perdonarse.

Definitivamente nosotros construimos y hasta nos regalamos erróneamente nuestro propio calvario. Pareciera que estamos en un cuarto encerrados, buscando la salida por todas partes y a veces, aunque nos ofrecen la llave de la puerta principal nos negamos a tomarla. Algunos por costumbre, rutina o por el contradictorio miedo a cambiar y a vivir mejor, como pensando: “si se acaba mi sufrimiento ¿ahora qué voy a hacer? Ya no va a tener chiste ni sentido”. Triste pero verdadero, sucede y no sabes con qué frecuencia.

Inclusive la misma mercadotecnia de algunas empresas y el bombardeo de muchos medios de comunicación tampoco ayudan exigiéndonos a gritos que vivamos cargados y sobrecargados. Y cuanto más mejor. Porque pareciera que la clase y el status se miden por la cantidad de carga que somos capaces de llevar.

Podríamos pasar nuestra vida llenando el costal con decepciones, rencores, mentiras o envidias pero al final del día los únicos perjudicados somos nosotros mismos. Ya lo dijo Franklin “Uno no vive de lo que come, sino solamente de lo que digiere. Principio tan cierto para el cuerpo, como para el espíritu”.

Y vaya que cada día lo compruebo más; tenemos la extraordinaria oportunidad de elegir qué es lo que queremos para nuestra vida. Por mi parte he elegido la libertad, que no sólo significa no estar atados con nada ni con nadie, sino también dejar de cargar todo aquello que nos causa dolor, viviendo de forma más ligera sin lastres en nuestros hombros.

La libertad también es reconciliarnos, pedir perdón o perdonar, hacer esa carta que sigue en blanco o decir eso que nos hemos guardado por tanto tiempo. También significa agradecer eso que en su momento nos causó sufrimiento pero que hoy nos hace más fuertes. La libertad es volver a nacer limpios sin que nada estorbe.

Seguir cargando responsabilidades que no nos corresponden o paquetes que ya no deben de estar en nuestra vida es una verdadera tortura emocional, pero quitarnos ese peso de encima es un bálsamo para el alma, no atenta contra nuestra dignidad ni respeto humano, sino todo lo contrario, empequeñece nuestro ego y nos ayuda a crecer, a respirar mejor y a sentirnos verdaderamente libres.

Dejemos de cargar en este momento, no esperemos cincuenta años como Doña Cuquita, démosle un descanso a nuestro espíritu, seamos generosos con nosotros mismos y tomemos la decisión de ir ligeros de equipaje por la vida. Sólo así podremos continuar el camino con más paz y felicidad.

web: www.davidmontalvo.com.mx
blog: www.conferencistablog.com

Mi Carrito0
Aún no agregaste productos.
Seguir viendo
0