Hay momentos decisivos que marcan nuestro camino. La gran mayoría nos deja un rico sabor de boca, pero existen algunos que con el tan sólo hecho de pensar en ellos nos hace agachar la cabeza. Son aquellas veces en que no hicimos lo que queríamos, nos hicimos daño, traicionamos, mentimos, engañamos. Páginas que quisiéramos romper del libro de nuestra vida.
Cuando cometemos un error somos los peores jueces. Sin embargo, seguir cargando los resultados del pasado es sólo seguir encadenados a la culpa. Los lastres son el primer obstáculo para regenerar nuestra vida y conectarnos con nuestra felicidad.
¿Qué te sigue inquietando hoy? Date la oportunidad de perdonarte. Muchas veces pensamos que pedir perdón al otro es suficiente para superar la adversidad, cuando lo más importante es perdonarte a ti mismo, reconciliarte con tu esencia.
Te recomiendo: Haz una lista de las cosas que te sigan generando culpa y acercarte a la responsabilidad. Pregúntate ¿qué puedes hacer hoy para sentirte mejor o sanar esa parte? Si tienes algo que decir, escribir o hablar, y crees que ha llegado el momento adecuado hazlo, no te detengas. No esperes siempre una reacción positiva de la otra persona, pero al menos no te sigas ahogando con tu pasado. Después, date cuenta que hiciste lo mejor que podías con la información que tenías y que ahora todo es diferente. Perdónate de corazón, vuelve al amor y enmieda el camino sin estar pensando en lo que ya sucedió.