Quiero aprovechar este espacio para agradecer a toda la gente que se ha tomado el tiempo para enviarme un correo, hacerme una llamada, mandarme un mensaje o simplemente orar por la salud de mi papá.

Lo que estoy viviendo personalmente es uno de esos momentos en donde la vida te recompensa y es como si Dios estuviera detrás de mí, me diera una palmadita en la espalda y me dijera «David, ha valido la pena, has tocado algunas vidas y ahora ellas están contigo». De verdad me hacen sentir afortunado y muy bendecido. En estos momentos, como familia, estamos dispuestos a tomar los planes de allá arriba y dejar que suceda lo mejor….como siempre sucede.
Precisamente, una de las múltiples enseñanzas de mi papá y que me repetía hasta el cansancio, sobre todo en sus últimos años antes de enfermarse era: «NO PIERDAS LA BRÚJULA».
Al principio no le entendía y sólo le preguntaba… ¿De qué brújula me hablas?
Ahora no sólo lo comprendo sino que también lo he hecho bandera de mi vida.
Hoy estoy convencido que No perder la brujula es…
saber quién eres, a dónde vas y qué decisiones hay que tomar en el camino.
sentirte acompañado por personas que saben más que tú y que están a tan sólo una llamada de distancia.
reconocer que TODOS tenemos un propósito personal y que es indispensable elegir todas aquellas actividades que nos acerquen a dicho propósito y alejar lo que nos desvíe del camino.
comprender que no hay personas más grandes o más pequeñas, que todas son iguales, que no importa el tipo de empleo, cuánto guarda en su cuenta de cheques o qué tanta influencia tengan. Que un abrazo lo necesita el que pide limosna en la esquina y el importante empresario que no puede comprar la felicidad.
que la fama es pasajera y que es mucho más importante y trascendente hacer lo que realmente amas.
que estamos para servir y agradecer todos los milagros que aparecen a diario.
ver a mi mamá partirse el alma todos los días por ver a mi papá con salud, viendo en en su enfermedad a aquel hombre del cual se enamoró por primera vez, tomándole la mano como tratando de recordar lo que él constantemente le decía: «Siempre estaremos juntos»
entender que la vida tiene momentos, etapas, ciclos que hay que cerrar. Que nada es para siempre; que lo único que permanece es lo que está en nuestro corazón.
amar esos cambios y saber que todo lo que te está pasando es por nuestro beneficio.
comprender que Dios es bueno, que no se equivoca y que mientras tengamos su dirección llegaremos a buenos terrenos.
No perder la brújula es poder ver a papá, aún y en su delicado estado, y recordar de dónde vengo y a dónde voy. Es agradecerle infinitamente por este regalo maravilloso llamado vida, abrazarle, amarle y ver en sus ojos esa brújula, la cual me ayudó a ser la persona que soy y la que será tema de conversación con mis futuros hijos cuando les diga: «Hijo, no pierdas la brújula» y el me pregunte: ¿De qué brújula hablas? y ahí es cuando comenzaré a explicarles…
Gracias papá! Seguiré recordando esa brújula.
Mi Carrito0
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