Siempre es bueno detenerse a observar la vida. Es un secreto a voces de personas exitosas. Incluso aquellos que aparentemente no tienen tiempo ni para dormir también se «regalan» unos cuantos días para saber si están en la autopista correcta. Es un derecho y un deber de todos.

Pensar que lo que cosechamos (amores, trabajo, oportunidades, traición, malas experiencias) dependen de la suerte o del destino sería como pensar que el campesino siembra trigo para cosechar maíz.
Nuestra vida actual es un reflejo de las semillas del pasado. No tiene mucha ciencia, pero así de fácil se nos olvida. Si siembras manzanas no esperes que crezcan plátanos o peras. Si siembras pensamientos negativos no esperes momentos extraordinarios. Si siembras envidias, celos, rencores, inseguridad o miedo, precisamente eso es lo que vas a recibir.
Algunos creen que todo se mueve por sí solo y que si vivimos en medio del caos es porque «así nos tocó» por puritita naturaleza. Nada más alejado que eso.
En tus manos existe la posibilidad de sembrar lo que QUIERES manifestar en tu presente. En tus manos está el valioso regalo de ejercer tu libertad y decidir cultivar tu relación, tu trabajo, tu cuerpo y hasta tu mente o dejar que «crezca» sólo, a ver cómo se van moviendo los aires, sólo que si decides esto último no te quejes del resultado.
Checa como está tu vida hoy y piensa ¿qué estás sembrando? Probablemente habría que hacer un cambio en las semillas y en las intenciones del sembrador.
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