“El distraído tropezó con ella.
El violento la utilizó como proyectil.
El emprendedor, construyó con ella.
El campesino, cansado, la utilizó de asiento.
Para los niños, fue un juguete.
Drummond la poetizó.
David, mató a Goliat.
Y Miguel Ángel le sacó la más bella escultura
En todos estos casos, la diferencia no estuvo en la piedra sino en el hombre”.
-Anónimo
“Todo es cuestión de perspectiva”.
“Todo depende del color del cristal con que se mira”.
“Cada quien habla según como le fue en la feria”.
Lo escuchamos. Lo sabemos. Pero experimentarlo… ¡ah! cómo cuesta, quedarnos con la cara amable de las cosas.
Existe un concepto que me ha servido mucho en mi vida y en mi negocio, en estos últimos meses. Más cuando hemos estado navegado contra olas de incertidumbre, a las que aparentemente “ya estábamos acostumbrados”, pero que no dejan de sacudirnos, tumbarnos, movernos y sacarnos de la rutina.
Me refiero a: EL REENCUADRE POSITIVO.
Se utiliza mucho en PNL, en múltiples áreas del desarrollo humano y de la gestión del cambio. Y en mis conferencias suelo ponerlo en práctica con algunas historias, ejemplos y dinámicas que comparto con los asistentes.
El reencuadre no es más que la capacidad que tiene el ser humano de observar cualquier situación desde una perspectiva diferente y de poner su atención en aquella que le resulta más productiva y positiva.
En otras palabras, es encontrar la lección detrás del fracaso, la bendición detrás de la experiencia negativa o la oportunidad detrás de la crisis.
Un ejemplo que me sirve para tenerlo más claro es el famoso cubo de Rubik.
Por cierto, como dato cultural, soy malísimo en eso. Me consuela un poco, al saber que su creador, se tardó prácticamente un mes en encontrarle solución y que el primer campeón de un torneo oficial lo hizo en casi veintitrés segundos.
Pero bueno. Visualiza un cubo de Rubik.
Si lo revuelves y lo mezclas, tendrás como resultado una infinidad de colores y de posibilidades. Tal vez se vean mosaicos que no combinan o que no son los más armoniosos del mundo. Es más, a simple vista, te puede parecer horrible.
Hay más de 43 trillones de movimientos posibles. Imagínate.
Sin embargo, cada lado que observas siempre tiene su encanto. No significa que sea bueno o que sea malo. Simplemente es. Y como es, es perfecto. Y desde esa óptica, hay que sacarle provecho.
Tú tienes la libertad de optar por el lado que te sea más útil.
Quedarnos solo con las partes desordenadas, sería desaprovechar una enorme oportunidad de ver sus seis lados perfectamente alineados.
Eso es el reencuadre positivo: Atrevernos a ver con otros ojos.
Por ejemplo: un robo, lo podemos reencuadrar como ser más prudentes. Un fracaso, como una manera nueva de hacer las cosas. Una despedida de un ser querido, como la oportunidad de valorar más la vida. Una ruptura en la relación, como una invitación a hacer acuerdos más conscientes.
Sí, sé que se lee como algo muy simplón. Sinceramente parece ser mucho más sencillo de lo que es. No porque sea difícil, sino porque requiere de compromiso, de práctica y de paciencia.
En todos lados vemos (o nos dicen) la trillada frase: «todo pasa por algo».
El punto más importante no es que pase o que exista una razón en el universo de las posibilidades por lo cual ocurre lo que ocurre. Eso se queda en un nivel muy superficial. No nos sirve para avanzar.
El verdadero reto que tenemos a nivel personal y profesional, es ver el lado positivo de lo que nos pasa, con un ojo más dispuesto a ver más allá de la crisis o de la adversidad. De esa manera, podemos descubrir un montón de aprendizajes.
Enserio, no todo es malo. No todo es gris. No todo es negativo. Reencuadra. O como decimos en México: «dale vuelta a la tortilla». Y recuerda que siempre puedes elegir quedarte con el mejor lado de las cosas y con las lecciones que te regala la experiencia.